domingo, 9 de abril de 2023

Discurso de Joseph Kasavubu, presidente de la República del Congo Leopoldville, en la primera cumbre de la OUA, mayo de 1963, Adís Abeba

 

Traducción: Ramiro de Altube

"Su Majestad, Señor Presidente, Honorables Presidentes y Queridos Hermanos,

Me apresuro a decirles que después de los graves problemas que ha sufrido, el "corazón de África" está retomando su ritmo y comienza a latir a un ritmo cada vez más normal. Sí, y ésto no es complacencia: el Congo se ha liberado de ese período sombrío que conoció tras su acceso a la independencia. Esto no se debió únicamente al tribalismo. Fue debido esencialmente a una coalición de intereses extranjeros que no aceptaba abandonar ciertas regiones de nuestro país, que frecuentemente los geólogos han llamado el "cofre del tesoro" de África.

¿A costa de qué esfuerzos, a costa de qué sacrificios hemos sido capaces de poner orden a nuestros asuntos? Sólo el paso del tiempo nos permitirá aproximarnos a este balance con toda la objetividad y la calma que requiere. Pero ya podemos afirmar, sin temor a ser contradichos por la historia, que la asistencia de los países africanos que se apresuraron a socorrernos fraternalmente, ha sido un elemento decisivo, si no determinante en nuestra victoria.

No podría encontrar mejor ocasión que la que se me ofrece hoy para expresar la gratitud de nuestro pueblo a todas las naciones cuyos hijos cayeron en suelo congoleño.

Su Majestad, Señor Presidente, Honorables Presidentes y Queridos Hermanos,

Les pediré que observemos un minuto de silencio por la memoria de aquellos héroes y caídos, aquellos que dieron sus vidas para asegurar o consolidar la soberanía y la integridad territorial del Congo.

Les doy las gracias.

Estos enlaces sellados con sangre son los mejores pactos que hemos concluido con África, por cuyo concepto optamos mucho antes de nuestra adhesión a la independencia.

Al recibir una conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores en Leopoldville, hace menos de dos meses, después de nuestra propia independencia, el Congo dio a entender que esta elección había sido traducida en un hecho. Afirmó además su elección de no alineamiento poco tiempo más tarde a través de la participación en la Conferencia de Belgrado.

El no alineamiento y una política africana establecida sin distinciones han sido dos constantes en todas nuestras decisiones desde entonces.

Podríamos añadir en este contexto que una insidiosa propaganda que se ha apoderado de las noticias de nuestro país ha relegado a un segundo plano muchas de nuestras acciones desde la independencia, de las que África puede estar orgullosa. Tan pronto como estuvimos liberados, nos deshicimos de aquellas bases extranjeras en nuestro suelo que podrían haber constituido un polo de atracción de la guerra fría en el corazón mismo de África.

Además, nunca hemos dejado de reafirmar nuestra aversión por los pactos militares que sólo pueden eliminar cierto grado de soberanía de nuestros respectivos países, limitando nuestra posibilidad de elección, y enlentecer así la marcha de África.

Nos encontramos hoy en una encrucijada. Se ofrecen varias vías por las que podemos lograr la unidad africana. ¿Cuál debemos elegir? Cada uno de nosotros, con total conciencia y con humildad, debe contribuir a la respuesta.

La contribución congoleña será realizada a la luz de una experiencia de casi tres años, triste ciertamente, pero muy rica en enseñanzas para el futuro.

Esta experiencia nos ha enseñado que la confianza y el respeto mutuos entre compañeros constituyen la base del éxito de todos los esfuerzos de unidad. Por eso hemos evitado que nuestra actual reconciliación nacional se convierta en un ajuste de cuentas. Nada puede ser construido sobre el odio, el rencor o la venganza.

Hemos sufrido el tribalismo, que no es sólo un fenómeno congoleño, sino uno que desafortunadamente se da en todo el continente y amenaza la estabilidad de nuestros Estados.

Algunas circunstancias han dado al tribalismo un valor simbólico en el Congo; en estas circunstancias nuestros esfuerzos por erradicarlo adquieren el mérito de un test para toda África. Estos esfuerzos han comenzado a dar sus frutos. Consideramos que sería un pobre servicio para África creer que esta mejora es sólo superficial. ¿Cómo se puede arribar a la unidad africana si en el comienzo se ponen en duda los logros y el progreso de los Estados que aspiran a esta unidad?

En cualquier caso, continuaremos estos esfuerzos, que se están dirigidos hoy hacia el mantenimiento y el reforzamiento de tal confianza mediante una paciente labor de armonización y acercamiento de nuestras diferentes entidades. Garantizaremos que las particularidades de cada una de nuestras regiones, que expresan la diversidad y la riqueza de una herencia común, se completen una a otra sin conflicto.

Este concepto es de la misma manera válido para las 21 provincias que constituyen la República del Congo como para los 32 Estados que ahora componen el África liberada.

Sólo un instrumento lo bastate flexible para ser adaptado a todas las situaciones que puede atravesar un país, e incluso más, un continente en plena evolución, nos permitirá alcanzar nuestros objetivos.

El primero de estos objetivos, sin duda, es completar el proceso de descolonización sin el que la Unidad no puede ser completa. El Congo carga una gran responsabilidad en este ámbito. La línea de demarcación entre el África libre y aquella parte de África todavía bajo dominación colonial pasa a lo largo de sus fronteras. Hemos sufrido desde proximidad de los regímenes colonialistas, pero eso sólo ha servido para confirmarnos en el camino que nos hemos trazado.

Continuaremos como un Estado soberano haciendo una contribución que deseamos sea lo más efectiva posible. Ésto, puedo asegurárselos, siempre será fiel, generosamente, a los movimientos de liberación de África del Sur.

Esta contribución, por tanto, estará en conformidad con el ideal africano, tal como ha emergido de de la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores que precedió a nuestra reunión. Los trabajos de esa conferencia ha resaltado varios denominadores comunes para nuestros diferentes países.

Creemos que el momento es favorable ahora para traducir estos ideales en una Carta que servirá  para afirmar la personalidad del continente africano y le permitirá desempeñar un rol en el mundo en armonía con su verdadero potencial.

El refuerzo de la Organización de las Naciones Unidas es otra forma efectiva de permitirnos alcanzar este objetivo.

Creo que el Congo está bien ubicado para hablar de esta Organización, que ha conducido un experiencia sin precedentes en nuestro país. La experiencia ha sido difícil, pero su éxito ha La experiencia ha sido difícil, pero su éxito ha probado la efectividad de la ONU, a pesar de todos los obstáculos que puede haber encontrado.

El mejor medio de reforzar las Naciones Unidas, en nuestra opinión, consiste en respetar todas nuestras obligaciones hacia ella, y notablemente las obligaciones financieras.

Su Majestad, Señor Presidente, Honorables Presidentes y Queridos Hermanos:

Tengo el placer de informarles que a pesar de sus dificultades económicas y financieras, el Congo ha terminado de saldar sus obligaciones con la organización internacional. También estamos examinando la posibilidad de comprar "bonos de préstamo" emitidos por la ONU.

La prudencia, la moderación, el realismo y la reflexión que los Ministros de Asuntos Exteriores han mostrado son las mejores garantías de éxito de nuestra empresa.

En realidad, no sólo ha sido demostrado que ir por detrás de la marcha de la historia es perjudicial, sino también el hecho de ir demasiado adelante ha demostrado en varias oportunidades ser igualmente perjudicial. Me ahorraré las numerosas citas que podría hacer a este respecto.

Insistimos, mientras tanto, en subrayar, en lo que concierne a los problemas económicos, que la puesta en marcha de proyectos realizables, por modestos que ellos puedan ser, es infinitamente más ventajoso que el mejor libro lleno de esquemas no ejecutados. Debemos empezar desde ahora mismo a explicar con detalle nuestras inspiraciones.

Esta sería la mejor garantía que podríamos dar a los 250 millones de africanos cuyos ojos se han vuelto hoy hacia Addis Abeba.

Deseo finalmente reiterar nuestra gratitud a su Majestad Imperial, Haile Selassie I, a su pueblo y a su Gobierno por su hospitalidad. Esta acogida verdaderamente fraternal no nos sorprende, ya que está en conformidad con la milenaria tradición de Etiopía."


Tomado de: "SPEECHES & STATEMENTS MADE AT THE FIRST ORGANIZATION OF AFRICAN UNITY (O.A.U) SUMMIT", en www.au.int



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