Año 1. Número 1
Primer
trimestre de 2020
Ramiro
de Altube
ISSN: 2683-9857
Lic.
Creative Commons
“Sólo cuando el orden establecido se acepta como medida de todas las cosas,
se convierte en verdad su mera reproducción en la conciencia”.
(Theodor Adorno, Prismas)
“Un recurso natural no puede ser sino una bendición divina. Es su uso lo que puede ser una maldición.
El gas, el petróleo, los fosfatos, el zircón, el oro. Tanta riqueza que tenemos y no nos beneficiamos.
Esa maldición se puede transformar en crisis. Muchos países en el mundo han sido desestabilizados por multinacionales porque una nueva dinámica política ha querido poner ésto en cuestión. Eso es lo peligroso”.
(Ousmane Sonko, opositor y líder panafricanista senegalés, 2 de febrero de 2020).
En la última semana de septiembre de 2019, en la ciudad de Nueva York, durante una cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un grupo de expertos/as de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial (BM), presentaron un informe donde advertían que "el espectro de una urgencia sanitaria global se vislumbra en el horizonte" y que “hay que prepararse para lo peor”.
El documento incluye un balance de las actitudes y políticas tomadas por los principales “líderes” del mundo luego de las últimas epidemias y problemas sanitarios de alcance global, entre los cuales consideran la última epidemia de ébola en el África subsahariana. La conclusión de lxs investigadores es que, más allá de los miedos y preocupaciones iniciales, luego del paso del pico agudo de las enfermedades, se relajan las medidas de prevención y los programas sanitarios se abandonan, aún cuando en términos financieros resultarían a la postre menos costosos que las medidas que se deben tomar una vez desatada la epidemia.
Esta actitud tiene raíces en la confianza que los núcleos occidentales tienen en sí mismos y en la civilización que habitan. La historia del capitalismo occidental tiene muestras de sobra de las relaciones estrechas entre confianza y crisis estrepitosa. En este caso el informe decía: "Europa y Norteamérica se sienten muy a salvo, pero hay que explicar a la gente que, en un mundo interdependiente, cualquier brote puede afectar, como mínimo, a los países vecinos. Todavía no somos conscientes de lo conectado que está este planeta a través del transporte aéreo. En cuestión de horas puedes haber llevado cualquier enfermedad de un lado del globo a otro”. Por todo ello los expertos proponían: “Si queremos empezar a prepararnos ya, hay que instalar laboratorios en zonas en riesgo, preparar personal cualificado como epidemiólogos e informar a la población para que ellos mismos sean los primeros que den la voz de alarma.” (El País, 5-10-2019).
Lamentablemente, como sabemos, la dinámica de funcionamiento del capitalismo impide que razones de índole humanitaria o ecológica primen sobre las relaciones de poder y rentabilidad que están en la base y son el principal objetivo del funcionamiento del conjunto. En ese maquinaria estamos incorporados y la difusión de la pandemia del coronavirus (Covid 19) es una muestra contundente y tremenda de ello. Pero este drama sanitario mundial - que se suma a otros ya existentes que vive la humanidad desde hace tiempo - no puede ser considerado ninguna sorpresa. Forma parte de una crisis profunda y estructural iniciada en 2008, que no ha encontrado solución hasta hoy y que muestra su forma más aguda en la difusión vertiginosa de este nuevo virus por todo el globo terráqueo.
Esta etapa aguda de la crisis capitalista iniciada y contínua desde 2008, encuentra en la coyuntura de África su expresión en diferentes procesos históricos que iremos presentando de modo secuencial y alternativo. Tales procesos incluyen hechos, sucesos, situaciones y acontecimientos que están influenciados por determinaciones de distinta índole: a) del corto plazo de la etapa post-caída del muro de Berlín, b) del mediano plazo del período “independentista” (desarrollado desde la segunda postguerra) y c) del largo plazo, que incluye la colonización europea (desde el último cuarto del siglo XIX), el extenso período de la trata negrera (desde fines del siglo XV) y toda la historia previa de los “reinos africanos tradicionales”.
Por supuesto, estos procesos históricos presentes en la coyuntura africana están en plena transformación a partir del aislamiento y las políticas de emergencia que están tomando todos los paises implicados. La analogía hasta ahora pertinente es la de la crisis de 1930 y sus derivas espeluznantes.
El Norte de África sigue marcado en la actualidad por los avatares desencadenados durante la llamada “primavera árabe”. El caso de Egipto es uno de ellos. Como hecho de importancia de la coyuntura el martes 25 de febrero de 2020 falleció a la edad de 91 años Hosni Mubarak, quien gobernara el país desde 1981 y durante 30 años hasta ser derrocado en 2011, en un proceso destitutivo con grandes movilizaciones populares que formó parte de la mencionada “primavera”. Recordemos que Mubarak había asumido la presidencia luego de que su antecesor Anwar Sadat fuera asesinado a tiros al lado suyo durante un desfile militar, el 6 de octubre de 1981 en El Cairo. Sabemos también que quien completa la lista de presidentes en la segunda mitad del siglo XX es nada menos que Gamal Abdel Nasser, líder del proyecto nacionalista, socialista y panarabista que gobernó entre 1954 hasta su muerte en 1970 y cuyas intervenciones tuvieron y siguen teniendo una importancia influencia en Egipto, la región y el mundo, como referencia del Movimiento de Países No Alineados - Mnoal (Granma, 25-10-2019).
El fallecido Mubarak, de gran cintura, gobernó durante tres décadas en Egipto con el oportuno apoyo de Estados Unidos y llevó adelante un gobierno que logró mantener a raya al movimiento islamista, por un lado, y relaciones de paz negociadas con Israel, lo cual explica la extensa duración de su mandato. Pero las contradicciones se fueron acumulando a lo largo de su gobierno hasta estallar en 2010-11. En esos años las movilizaciones populares generaron un cisma que conmovió toda la región y generó diferentes cambios en la perspectiva de que se modificaran esas desigualdades puestas en cuestión. Mucha de la población crecida y educada en el período de la segunda posguerra no encontraba condiciones de vida acordes a sus expectativas y los ideales con los que había sido formada no se cumplían. En un contexto de grandes movilizaciones y cuestionamientos, el gobierno norteamericano -principal dirigente de la alianza de Occidente- rompió 30 años de acercamiento con Mubarak y lo forzó a no presentarse a las siguientes elecciones (RTVE, 1-2-2011).
Para la comprensión de las particularidades del caso de Egipto es importante tener en cuenta la historia del movimiento islamista o islamismo, generalizado en los paises musulmanes desde la década de 1970, tuvo su auge en el momento de la revolución iraní de 1979 (con la toma del poder en ese Estado) y se desplegó con importantes variantes en toda la región. Éste movimiento, más o menos populoso, que tenía como objetivo principal el establecimiento de un Estado regido por la ley islámica o Sharia, se desarrolló como una forma de resurgimiento del Islam y en competencia con otro bloque político interclasista que había predominado en los paises árables luego de la segunda guerra mundial, el nacionalismo árabe.
Frente a ese bloque, el islamismo -como movimiento social y político- fortaleció una alianza entre el proletariado urbano, especialmente la juventud pobre, y la burguesía “piadosa”, alternativamente aliada en algunos casos con los grandes poderes económicos occidentales. En Egipto el islamismo estuvo desde siempre principalmente representado por la sociedad de los Hermanos Musulmanes (v. Kepel).
Otro de los elementos importantes del movimiento islamista es su concepción unitaria de la religión y la política o, para decirlo en términos occidentales, la no separación entre la religión y el Estado. En ese sentido el islamismo recupera los caracteres originarios del Islam que, como “religión” surgió de manera inescindible política, estatal, jurídica y como forma de resolución de los problemas comunitarios. El Islam como religión no puede separarse de la organización política, la jurisprudencia y la solución de conflictos.
Más allá de diversos avatares históricos que iremos considerando y que poseen algunas particularidades estatales o regionales, esa alianza social formada sigue vigente como fuerza del proyecto estatal del islamismo en sus distintas formas. Incluso aquellas versiones distorsionadas de organizaciones político-militares (OPMs) que – muchas veces financiadas y formadas desde Occidente – llevan adelante actos de terrorismo en las últimas décadas, pretenden representar esa unidad de clases gestada en la década de 1970 y aun vigente. Cuando observamos y analizamos el accionar terrorista de Organizaciones Político-militares (OPMs) de origen espurio, que se autodenominan islamistas o yihadistas, debemos considerar que constituyen grupos de tareas fomentados y financiados desde Occidente, para aprovechar y al mismo depredar y quebrantar el carácter progresista o incluso revolucionario de la histórica alianza de clases entre la burguesía “piadosa” del bazar islámico y el proletariado urbano joven, que creció bajo el paraguas del nacionalismo árabe y no pudo encontrar en los estados “nacionales” que habitaba, respuesta a sus demandas de trabajo, vivienda y culturales (particularmente acorde al nivel de formación y promesas que esos sectores supieron recibir por parte de los Estados). Occidente, que comprendió la fortaleza revolucionaria de esa alianza, especialmente -pero no sólo- en Irán desde 1979, se encarga permanentemente de distorsionarla materialmente y corromperla simbólicamente a los ojos del mundo.
En el conjunto islamista, la Hermandad Musulmana, cuyo cuartel general pertenece al actual Egipto, significó históricamente una variante que, dejando la dirección del Estado en manos no islamistas se centró durante décadas en el control de las instituciones educativas (madrasas) y su influencia en la “sociedad civil”. Y desde allí pensaba su influencia, participación y presión sobre el poder del Estado (v. Kepel). Pero en 2010/11 esa posición sufrió una importante ruptura. Los Hermanos Musulmanes favorecidos coyunturalmente llegaron al poder.
En junio de 2012, fue elegido presidente Mohamed Morsi por el “Partido de la Libertad y la Justicia”, en las que Occidente destaca como las únicas elecciones democráticas de la historia del país. Esto último, sin embargo, no es del todo exacto. Engrudos y pastiches arma Occidente en sus propagandas políticas. En las jornadas electorales de 2012 se presentaron denuncias cruzadas, acusaciones de fraude y los dos principales candidatos se proclamaron ganadores. Es importante recordar que los seguidores de la Hermandad insistían en que el voto al contrincante Ahmed Shafiq significaba el retorno a la etapa Mubarak (Semana, 17-6-2012).
En tales condiciones de empate, determinado por las fuerzas sociales surgidas de la segunda posguerra (nacionalismo e islamismo) y en medio de la desestabilización aprovechada por Occidente, la cuestión se resolvió: “Mohamed Morsi llegó al poder porque los miembros de la Comisión Electoral egipcia fueron objeto de amenazas que los obligaron a proclamar su victoria” (Red Voltaire, 18-6-2019). Esas fueron las que hoy en día los medios de prensa occidentales recuerdan como las únicas elecciones democráticas de la historia. ¿Por qué lo hacen?
En la actual coyuntura la mayoría de los medios de Occidente reivindica al breve gobierno de los Hermanos Musulmanes pero hay quienes recuerdan algunos detalles no tan sonrientes, por ejemplo, el homenaje realizado a los asesinos del presidente Sadat, la defensa de los terroristas que perpetraron la masacre de Luxor -en la que fueron asesinados 68 turistas por una ataque con armas de fuego de un grupo “integrista islámico” en templo de Hashepsut en 1997 (Clarín, 19-11-1997) y los diversos contactos telefónicos que la presidencia mantuvo con el jefe de al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri (Red Voltaire, ídem). También se lo cuestiona por desmantelar la economía egipcia, pretender vender el Canal de Suez a Qatar, además de las persecuciones que los coptos (cristianos de Egipto) sufrieron por parte de la Hermandad (Red Voltaire, 18-6-2019).
Al respecto del golpe de Estado que terminó con el gobierno de Mohamed Morsi el 3 de julio de 2013 y considerando las políticas que venía llevando adelante, el periodista Thierry Meyssan, plantea lo siguiente: “No fue derrocado por un golpe de Estado militar sino porque el ejército respondió al llamado político de los principales sectores de la sociedad egipcia, movilizados en las más importantes manifestaciones de la historia de Egipto, que exigieron aquella intervención de los militares” (Red Voltaire, ídem). Tendremos por supuesto la oportunidad de desarrollar este proceso en otro momento teniendo en cuenta la relevancia que reviste.
Sea como fuere poco más de un año después de asumir Morsi fue destituido por un golpe de Estado liderado por las Fuerzas Armadas que puso en la presidencia al actual mandatario Abdul Fatah Al Sissi, evidenciando una de las inestabilidades políticas que en la región fueron abiertas por la denominada “primavera”. Como vimos en la determinación de mediano plazo -y aun con las metamorfosis inevitables- siguen vigentes las dos fuerzas políticas principales de la segunda mitad del siglo XX en Egipto: el nacionalismo militar y el islamismo. Estas determinaciones de mediano y corto plazo se enlazan con el apoyo y utilización por parte de Occidente de las facciones que más le convienen en cada caso. Los poderes occidentales reconocen la importancia de Egipto y por lo tanto pretenden formar parte de la dirección de ese Estado.
En este gran boulevard, la muerte del “último faraón de la casta militar” (El país Internacional/Clarín, 25-2-2020) tiene también su propio sendero. Luego del movimiento destituyente de 2011 Mubarak fue sometido a juicio por malversación de fondos públicos y condenado a prisión y al pago de millonarias multas. Pasó la mayor parte de la última década encarcelado en un hospital para ser liberado en 2017. Entre los deudos el actual mandatario Al Sissi “lloró la muerte del derrocado Mubarak como "líder militar y héroe de guerra" y ofreció las condolencias del gobierno a su familia” (Deutsche Welle, 25-2-2020).
Pero la necesidad del vampiro no respeta los funerales. Es sabido que Al Sissi ha sido en los últimos años apoyado directamente por el actual presidente de Estados Unidos. En abril de 2019 el presidente egipcio fue muy bien recibido en la Casa Blanca y el discurso oficial hablaba de que ambos paises “nunca han tenido una relación mejor”. Trump agregaba que Al Sissi “es un gran presidente y está haciendo un gran trabajo”, apalancándolo para el referendum constitucional que se llevaría adelante ese mismo mes.
Frente a las críticas recibidas por las tendencias autócratas del gobierno militar egipcio, realizadas en diversos ámbitos incluido el propio congreso de USA, el Ejecutivo norteamericano respondía con un planteo clave: “la Casa Blanca tiene que "equilibrar" su mensaje de apoyo a "las instituciones" democráticas con "los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos". (EFE, 9-4-2019). Aprovechamos para decir que sólo este comentario alcanzaría para explicar la característica de la política Occidental, en sus principales razgos, con respecto a África. Es necesario comprender de qué se tratan, claro está, esos “intereses de seguridad nacional”.
Además de las diferencias existentes dentro de la clase dominante norteamericana y occidental al respecto de la dirección del dominio global (expresadas en las críticas que reciben por doquier las políticas de Trump), la centralidad de la alianza con Egipto tiene que ver por supuesto con Medio Oriente. En primer lugar, se trata del denominado “Acuerdo del Siglo” y la tentativa de ubicar – como continuidad del proyecto sionista - a los palestinos de Gaza en la Península del Sinaí. Nada más y nada menos. Para ello la alianza de Occidente con Egipto es fundamental (AA News, 28-1-2020). Por ello en el mes de septiembre y frente a las protestas populares que recordaban las de 2011 y la “primavera árabe”, el señor Trump volvía a ratificar la alianza (El Mundo, 21 y 23-9-2019). Unos meses después, en diciembre, USA citaba a Egipto como aliado suyo y de Turquía en la crisis Libia, algo que veremos a continuación (RTVE, 17-12-2019).
La aparición de estas alianzas en primera plana tuvo, por supuesto, su repercursión al interior de Egipto fortaleciendo la dominación del partido militar. El resultado del referendum realizado en abril pasado fue relevante porque se aprobó la ampliación del mandato presidencial a 6 años, la posibilidad de una reelección con la cual Al Sissi podría presidenciar hasta 2030, además de reforzar “el intervencionismo del presidente sobre la judicatura al ostentar la potestad de nombrar a los principales responsables del poder judicial y al presidente del Consejo Superior”, establecer una cámara de senadores de 180 miembros, reservar un cuarto del parlamento para el cupo femenino y dar al gobierno militar “amplios poderes para juzgar a civiles ante tribunales militares o velar por la "democracia y la Constitución"” (El Mundo, 23-4-2019). No es poca cosa.
Pero la alianza de uno de los sectores dominantes de Occidente con la actual presidencia de Egipto no puedo nublar nuestra comprensión. Se trata de una alianza colonial, una relación de dominio dentro del dominio, y por ello asume todas las características de lo que Edward Said, entre otros, conceptuó como Orientalismo, una forma de dominio de Occidente sobre un conjunto territorial amplio llamado Oriente, que no puede gobernarse a sí mismo y necesita del control paternal y represivo -al mismo tiempo- de la racionalidad externa. Una relación colonial significa entre otras cosas el fortalecimiento de los jefes políticos de las regiones colonizadas pero al mismo tiempo su control y sometimiento por parte de la metrópoli. Creemos que, en muchas de las coyunturas africanas actuales, la consideración de estos vínculos coloniales de alianza, respaldo y sometimiento, clarifica el entendimiento. Siempre los poderes metropolitanos necesitan aliados en los confines del Imperio.
Una de las consecuencias de esa relación de apoyo colonial es que el fortalecimiento de los liderazgos se encuentra combinado con la desestabilización, el control de las políticas y el cuestionamiento permanente por parte de Occidente. En la dirección que venimos señalando la coyuntura muestra un martilleo permanente de la prensa al respecto del que en Egipto “sobra gente”, “su población está excedida”. Parece que el número 100 tiene algún significado suprasensible porque comandados por la Agencia Bloomberg (“El auge de la población de Egipto no es una bendición”, 17-2-2020) toda la prensa occidental se encargó de destacar durante el mes de febrero que en este país africano hay población excedente. Uno se pregunta quiénes serán aquellos que “sobran”.
Como todos sabemos el del “exceso poblacional” es éste otro de los tópicos perversos del Orientalismo y aquí no hay demasiadas novedades. Ya que estamos atravesando una tremenda crisis que nos recuerda la del 30' y sólo por recordar un ejemplo connotativo, podemos mencionar al señor John Maynard Keynes (favorito del actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires), quien fuera presidente de la Liga Malthusiana y que estaba muy preocupado en su momento por los excesos de población en Oriente: “A juicio de Keynes, «la cuestión de la población es el primero y quizás el más urgente e importante de los problemas a los que se enfrentan aquellos que buscan mejorar la condición material de la humanidad» […] «habría más felicidad en el mundo si se disminuyera la población del mismo». Por lo tanto, abogó por la violencia gubernamental para restringir el tamaño de la población. Quería que el gobierno «moldeara deliberadamente la ley y la costumbre para lograr la densidad de población que debería existir». Keynes estaba especialmente preocupado por la sobrepoblación en Oriente: «La India, Egipto y China están gravemente superpobladas». Pensó que su raza se enfrentaba a una »lucha racial». Abogó por el uso de la violencia del gobierno imperialista contra las razas orientales para proteger a la »población blanca».” (Edward W. Fuller, “Keynes sobre eugenesia, raza y control de la población”, Mises Institute, 14-11-2019). Controversiales palabras las de Fuller.
Hace años que la prensa Occidental viene machacando con los excesos de la población egipcia. En la actual coyuntura lo hace con la intensidad que marca el número de 100 millones (¿?). Fíjense ustedes la operación que se realiza en uno de los diarios más respetados de Europa, al respecto del aumento poblacional en el país africano: “Egipto tenía una población de alrededor de 90 millones en 2013, cuando el general Abdelfattah Sissi derrocó, por un golpe militar, al único presidente elegido democráticamente en la historia del país, el islamista Mohammed Morsi, en el poder durante un año. Promovido a mariscal, antes de ser "elegido" en 2014 Sissi abandonó sus títulos militares para acreditar el mito de una presidencia "civil" de la República. "Reelegido" en 2018 en condiciones aún más cuestionables que cuatro años antes, pero todavía en un 97%, Sissi ha recortado una Constitución a su medida que le permite aferrarse a la presidencia hasta 2030. La población egipcia, que ya ha superado el hito de 100 millones de habitantes, debería alcanzar el 120 millones, una duplicación en menos de cuarenta años.” (Le Monde, 1-3-2020). Impacta. En primer lugar una tendencia de relevancia como el crecimiento poblacional se adjudica a las políticas y el carácter no democrático del gobierno actual, aprovechando cualquier elemento para desestabilizar al gobierno (y ésto más allá de que se tenga o no alguna simpatía al mismo) en una típica intervención colonial. Notamos aquí también que dentro de la alianza de Occidente hay sectores diferenciados pues evidentemente no todos comparten el apoyo brindado por Trump. Esta división en el liderazgo de Occidente, aparece en los paises periféricos muchas veces como bloque contradictorio que desestabiliza su organización y funcionamiento interno.
La ciencia, por supuesto, también colabora en la dominación. Respecto de la población egipcia estaríamos frente a lo que se denomina una “contratransición demográfica”. Luego de que la tasa de fecundidad (esto es, la relación entre el número de nacimientos durante un período de tiempo y la cantidad de población femenina en edad fértil) mostrara un declive entre 1980 y 2008, desde el índice de 5,3 al de 3, para luego repuntar hacia 2014 a 3,5 hijos por mujer. Esta “contratransición” hace que hasta los demonios más denostados sean hermosos: “A modo de comparación, la República Islámica del Irán tiene una tasa de fertilidad de 1,8 hijos por mujer y Túnez de 2,2.”. Entonces lo más importante, a nadie se le ocurre relacionar esa modificación de la tasa con la crisis global comenzada en ese mismo 2008. De pronto los responsables son los mismos que gobernaban en el período anterior donde la demografía era diferente. Ese es el truco de la “mala gobernanza”, puede aparecer en cualquier momento. Porque en vez de referenciar fuerzas sociales y políticas actuando en la historia centra los fenónemos en la aleatoriedad de las voluntades individuales indemostrables.
Hay un promedio de hijos racional que Occidente, por supuesto, nos indica. En ningún momento se pone en cuestión aquello que la propia intervención mediática destaca en su título: “La bomba de tiempo de la población egipcia”. Por supuesto, ahora el islamismo es – pero sólo en éste caso! - bendecido por la prensa frente al retrógrado presidente actual: “Está claro que en Egipto, la dictadura del ex mariscal Sissi se basa en una forma muy agresiva de orden moral, que a cambio permite comprar la paz social en un país desgarrado por la creciente pobreza (entre 2016 y 2018, la proporción de egipcios que viven por debajo del umbral de pobreza, establecida en menos de 1,5 euros por día, aumentó del 28 al 33%). [...] Fue solo recientemente que Sissi se dio cuenta de la amenaza a la estabilidad de Egipto que representaba la bomba de tiempo demográfica, ahora colocada al mismo nivel que el desafío "terrorista".” (Le Monde, 1-3-2020) Y para terminar, la frutilla del postre, la repetición de los cuestionamientos en plena crisis del Covid 19: “La pandemia del coronavirus pone en jaque a los 100 millones de egipcios”, titula el Diario El país, de España para más datos, el día 31 de marzo de 2020. ¿Increíble? Al cierre de esta edición el número de casos confirmados llega en Egipto a 656, con una cifra de 41 personas fallecidas (Xinhua, 31-3-2020). Por su parte en todo el continente africano las respectivas son 5786 y 196 (Xinhua, 2-4-2020).
Como dijimos, fue la Agencia Bloomberg la principal promotora de direccionar y sancionar las políticas del gobierno de Egipto, en este caso explicando que sólo el faro salvador de Estados Unidos puede revertir las tendencias patológicas del mundo: “Un aspecto central del aumento en la tasa de natalidad es un fracaso de la gobernanza. Cuando la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional dejó de financiar programas egipcios de planificación familiar en 2008, la tasa de natalidad por mujer se había reducido a 3.0 bebés desde 5.6 en 1976. El uso de anticonceptivos aumentó 18.8% a 60.3% durante ese tiempo. Estados Unidos había gastado $ 376 millones en iniciativas de planificación familiar durante ese período. […] Pero desde entonces, los gobiernos de El Cairo han ignorado en gran medida el problema, y las tasas de natalidad han aumentado de nuevo a aproximadamente 3.5 por mujer, muy por encima del promedio de 2.8 en Oriente Medio y África del Norte” (Bloomberg.com, 17-2-2020). Está claro que los confines del Imperio necesitan de la metrópoli para su buen funcionamiento. La intervención civilizatoria es impactante, civilizatoria y orientalista, aquella visión elaborada desde Occidente que considera que los pueblos de “Oriente” no pueden gobernarse a sí mismos, son irracionales y salvajes. En este caso puntual los egipcios son sensualistas e inhábiles para la “gobernanza” (governance).1
Que esta problemática es utilizada aquí con fines coloniales queda aun más claro cuando distinguimos los otros motivos por los que se condena al régimen de Al Sissi: la pobreza, la guerrilla yihadista y el mismo presupuesto. En lo que se refiere a la lucha antiyihadista la prensa occidental ha sabido cuestionar la eficacia y el “excesivo” despliegue de las fuerzas armadas egipcias, por ejemplo en 2018 y nada menos que en el Sinaí. Percibamos los términos de la “información”: “En noviembre pasado, se llevó a cabo la masacre más sangrienta en el Egipto contemporáneo, con 311 personas asesinadas en medio de las oraciones del viernes, en una mezquita en Bir al-Abed, en el norte del Sinaí. El presidente Sissi reaccionó con la misma virulencia a esta tragedia que a los ataques que lo precedieron, comprometiéndose a "restaurar la estabilidad y la seguridad" del Sinaí , esta vez en tres meses. Pero los yihadistas continúan manteniendo la iniciativa” (Le Monde, 14-1-2018). El Estado Islámica asesina a 311 y Occidente cuestiona un año después el despliegue de fuerzas oficiales de Egipto. Aquí Occidente actúa sin velos. Más allá de las antipatías o no que genere un gobierno como el de Al Sissi, lo relevante es comprender el interés del principal bloque de poder actual por controlar cualquier desarrollo soberano que cuestione su hegemonía (pretendidamente) absoluta. Un Imperio no puede permitir que ninguna lejanía desarrolle poderes autónomos.
Por supuesto, en términos geopolíticos, también está la defensa del Estado de Israel. Hay que maniatar a Al Sissi y la presencia militar egipcia en Sinaí porque en el “Acuerdo del Siglo” Egipto sólo puede ocupar el rol de subordinado.
Otro tanto podemos observar al respecto de la pobreza. La utilización aquí es todavía más sensible. ¿Quién podría estar a favor de un gobierno que mantiene a un tercio de la población en esa situación?! Lo llamativo es que según datos de la CIA de enero de 2019 existen 71 paises con índices de pobreza mayores que Egipto. Y lo más significativo – algo que tendremos en cuenta permanentemente – es que la gran mayoría de los paises del mundo tiene “´indices de pobreza” dramáticos, lo cual indica con irrefutable claridad que no se trata de ningun problema de gobernanza sino que existen fuerzas más profundas determinantes. Según la fuente mencionada y sólo para tomar algunas referencias la “población bajo la línea de la pobreza” es del 82,5% en Siria, el 70% en Nigeria, superior al 46% en México, del 36% en Grecia, del 28% en Colombia, el 27,8% en Egipto y del 16,7% en la poderosa Alemania (CIA World Factbook, 12-3-2020). Por otro lado un aproximado del 50% de la población mundial “vive” con menos de 5 dólares diarios (https://ourworldindata.org/, 12-3-2020). Ésto, antes del Covid 19.
En el medio de ese océano la pobreza en Egipto indigna. Cuando indagamos en los motivos por los cuáles ese umbral del que habla Le Monde ha sido superado, aparecen los siguientes factores: “Cada vez más egipcios viven por debajo del umbral de la pobreza. Según un estudio publicado por el organismo oficial de estadísticas (Capmas), la tasa de pobreza aumentó de casi el 28% de la población en 2016 a casi el 33% en 2018. Egipto ahora tiene 99 millones de habitantes, lo que significa que 33 millones de ellos viven con menos de 1,5 euros por día. Este aumento del 5% en la tasa de pobreza en comparación con 2016 se debe a dos factores. Primero, la devaluación de la moneda egipcia en 2016. Luego, la libra pasó de 12 centavos de euro a sólo 6 centavos, lo que condujo a un vertiginoso aumento de los precios y una inflación que excedió rápidamente el 30%. Y para empeorar las cosas, existían las condiciones draconianas del Fondo Monetario Internacional para otorgar un préstamo a Egipto. Para reducir el déficit presupuestario que excedió el 12% del PIB, el gobierno ha eliminado gradualmente los subsidios al combustible, la electricidad y el gas. Como resultado, las cifras macroeconómicas y la inversión han aumentado, pero más egipcios se han vuelto más pobres.” (Radio Francia Internacional, 30-7-2019). La información detallada de 2019 la damos para que no nos sintamos especiales en el mundo.
Con respecto a la política educativa de la República Árabe de Egipto, veamos en qué sentido se cuestiona el accionar del gobierno del nacionalismo militar: “Las campañas de control de la natalidad, finalmente lanzadas con el respaldo de los imanes estatales y la propaganda oficial, claramente luchan por producir resultados tangibles. Las asignaciones familiares ya no se otorgan más allá del segundo hijo. Pero el presupuesto educativo está lejos de ser una prioridad frente a enormes gastos militares y los 45 mil millones de dólares asignados al sitio de construcción faraónica de una nueva capital.” (Le Monde, 1-3-2020). Desde la prensa de Occidente se determina cuántos hijos pueden tener los egipcios, cómo deben distribuir su presupuesto, qué zonas de su territorio deben defender y cuáles no tanto, cómo deben organizar su educación. Todo ello bajo la estigmatización de la mala gobernanza y la pobreza. Eso es una colonia, un territorio subordinado en todos los sentidos del término que debe agradecer formar parte del entramado de Occidente como bloque de liderazgo.1
La CIA establece que las principales riquezas que posee el territorio actualmente englobado bajo el dominio soberano de la República Árabe de Egipto son las que siguen: petróleo, gas natural, mineral de hierro, fosfatos, manganeso, piedra caliza, yeso, talco, asbesto, plomo, elementos de tierras raras [cerium (Ce), dysprosium (Dy), erbium (Er), europium (Eu), gadolinium (Gd), holmium (Ho), lanthanum (La), lutetium (Lu), neodymium (Nd), praseodymium (Pr), promethium (Pm), samarium (Sm), scandium (Sc), terbium (Tb), thulium (Tm), ytterbium (Yb), and yttrium (Y).] y zinc (www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook, 12-3-2020).
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Sumario
Introducción …........... …....................página 1.
Egipto …............................................. página 2.
Libia …............................................... página 8.
Túnez. Argelia. Marruecos ….......… página 16.
Sahara occidental ….......................... página 17.
Sudán …............................................ página 18.
Cuerno de África …........................... página 23.
Sahel ….............................................. página 25.
África occidental ..…......................... página 33.
Golfo de Guinea …........................… página 35.
República Centro Africana …........… página 41.
República Democrática del Congo…. página 47.
Grandes Lagos ….............................. página 56.
Angola y Mozambique …................. página 59.
Sudáfrica …..................................… página 60.
Continente …................................… página 63.
Panafricanismo …............................. página 67.
Fuentes principales
Le Monde Afrique, https://www.lemonde.fr/afrique/
Radio Okapi, Monusco, https://www.radiookapi.net/
BBC News, https://www.bbc.com/news
El País. Internacional, https://elpais.com/tag/africa
All Africa, https://allafrica.com/
Red Voltaire, https://www.voltairenet.org/es
Deutsche Welle, https://www.dw.com/es/actualidad/s-30684
Europa Press, https://www.europapress.es/
Otras fuentes
Kaos en la red, https://kaosenlared.net/
Radio Francia Internacional, http://www.rfi.fr/es/
Media Congo Press, https://www.mediacongo.net/
Jeune Afrique, https://www.jeuneafrique.com/
The Guardian (Nigeria), https://guardian.ng/
Journal de Bangui, www.journaldebangui.com
Journal de Brazza, www.journaldebrazza.com
Journal de Camerún; https://www.journalducameroun.com/
Cuba Debate. Contra el terrorismo mediático; http://www.cubadebate.cu/
Telesur, https://www.telesurtv.net/news
L'Observateur Paalga, http://www.lobservateur.bf/
Actualité, www.actualite.cd;
CIA, https://www.cia.gov/es
VOA, https://www.voaafrique.com
Wanafrica News, http://www.wanafrica.com;
Agencia Panafricana de Noticias, https://www.panapress.com
África Development Bank Group, https://www.afdb.org/en;
Unión Africana, https://au.int/
Xinhua, http://spanish.xinhuanet.com/mobile/index.htm
Al Jazeera, https://www.aljazeera.com/;
Reuters, https://www.reuters.com/news/world;
Inter Press Service. Agencia de noticias, http://www.ipsnoticias.net/regiones/africa/;
Agence France-Presse (AFP), https://www.afp.com;
Médicos sin Fronteras (MSF), https://www.msf.org.ar/actualidad/noticias;
France 24, https://www.france24.com;https://www.france24.com/es/
Agencia EFE, https://www.efe.com/efe/espana/1
Organización Mundial de la Salud, https://www.who.int;
Noticias ONU. África, en https://news.un.org;
Bibliografía de referencia
Edward Said; Orientalismo
Mahmood Mamdani; Ciudadano y súbdito
Joseph Ki Zerbo; Historia del África negra
Achille Mbembe; Crítica de la razón negra
Claude Meillasoux; Mujeres, graneros y capitales
Rita Segato; Ocho ensayos sobre la colonialidad
Franz Fanon; Sociología de una revolución
Gilles Kepel; La Yihad. Expansión y declive del Islamismo
Mike Davis; Planeta de ciudades miseria
Samir Amin; Re-Reading the Postwar Period: An Intellectual Itinerary
Joe Trapido; El gigante desbordado de África
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